Pisa, la esencia de la Toscana italiana

Pisa es una de las más atractivas de toda Italia. En sus valles y montañas se esconde uno de los tesoros gastronómicos más preciados por los gourmets del mundo entero, il tartufo bianco.

Como todas las ciudades con río, Pisa tiene algo de mágico, algo de misterioso y mucho de desconocida. Aunque pueda parecer mentira, la provincia es una de las grandes joyas que queda por descubrir en Italia. La famosísima torre inclinada del Duomo de la capital no sólo ha eclipsado a la propia Pisa, sino a todos los parajes que rodean a esta preciosa ciudad que conserva el encanto de la tradición y el aire de las pequeñas capitales.

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El río articula la ciudad en torno a sus riberas, en las que se traza el Lungarno, la vía principal de Pisa, a la que se asoman deliciosos palacetes y casas-torre que dan a la capital de estos territorios un aire extraordinariamente singular. Los tejados, los colores de las fachadas, las diferentes alturas de las construcciones,  nos transportan a un tiempo pasado.

El centro turístico por excelencia de la ciudad es la Plaza de Los Milagros, en la que se encuentran los cuatro monumentos principales de la ciudad: el Duomo, el Cementerio Monumental, el Baptisterio y la celebérrima Torre del Campanario.

Pero Pisa alberga muchas más sorpresas, y sería imperdonable no dejarse llevar por la dulzura de las colinas toscanas, por la amabilidad de los pisanos, por el aroma de sus calles, por el color de sus plazas. En cada rincón de Pisa encontraremos una antigua casa-torre, un palacete, un arco, un recodo en el que disfrutar de la belleza de esta hermosa ciudad. La Plaza de los Caballeros y el impresionante Palacio de la Carovana o el Palacio dell’Orologgio son sólo algunos de sus edificios emblemáticos.

El alma de Italia

En Pisa la suavidad de las colinas sirve de escenario a municipios en los que la belleza de la vida tradicional sigue intacta. En un repliegue de las colinas toscanas, casi como escondido, está San Miniato, con lugares emblemáticos como la Torre de Federico o el apretujado caserío de San Miniato, que esconde  pequeñas maravillas como las tradicionales logias, donde todavía hoy se montan los puestos del mercado. Las calles de este municipio esconden recoletas plazas en las que la vida tradicional sigue en plena vigencia, con antiguos palacios en los que habitaron ilustres personajes históricos, como Matilde de Canosa.

Tierra de etruscos

Al final de una retorcida carretera, en lo alto de una montaña que domina toda la comarca, se alza una de las ciudades medievales mejor conservadas de Italia, Volterra. Pasear por sus empedradas calles es hacer un viaje en el tiempo a una época lejana en la que caballeros, clérigos, soldados, artesanos, campesinos y villanos transitaban por estrechos callejones y despejadas plazas. El entramado de callejuelas, plazas y plazoletas se ensancha para albergar el centro neurálgico de la ciudad, la Plaza los Priores, donde se encuentran el palacio que le da nombre y la Torre del Podestà. En la fachada de este imponente edificio encontraremos una curiosa marca: la medida de longitud que los comerciantes de telas, uno de los gremios más pujantes de la Volterra medieval y renacentista, usaban para sus transacciones comerciales.

Además de su pasado etrusco, medieval y renacentista, Volterra tiene una esplendorosa herencia como colonia romana. El mayor ejemplo es el Teatro Romano, un magnífico edificio que parece detenido en el glorioso tiempo en que  su escenario era el lugar de diversión más importante de la ciudad.

Otra joya escondida es el Palacio Vitti, residencia de la familia Vitti, poderosos industriales del alabastro. Pasear por sus salones nos retrotrae al tiempo en que el alabastro propició a esta preciosa ciudad fama y fortuna.

Pisa, San Miniato, Montepoli, Volterra… son nombres que esconden tras ellos algunas de las ciudades y de los  parajes más sorprendentes de la Toscana y de toda Italia.

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